Rosa Ocampo de Rueda

Rosa Ocampo de Rueda, affectionately known as Tita, graced this world from August 14, 1934, in Colombia, until her peaceful departure on August 6, 2025, in Memphis, TN. Surrounded by her loving family at the time of her passing, Tita left behind a legacy that will forever be cherished in the hearts of those who had the privilege to know her.

Tita was a remarkable woman whose smile and joyful spirit could light up any room. She had a unique talent for spreading happiness wherever she went. Her daughter holds countless precious memories of their time together, recalling the warmth of family gatherings filled with laughter, love, and Tita's radiant presence. Her daughter fondly remembers the joy she felt watching her mother prepare for parties, carefully putting on her jewelry and makeup, ensuring that every detail—from her perfectly shaped eyebrows to her vibrant lipstick—was just right. The delight in her eyes during birthday celebrations remains a treasure, reflecting the joy that Tita brought to every occasion.

A woman of faith and grace, Tita loved God dearly, offering blessings to all she encountered. She embraced the power of prayer, making it a nightly ritual to thank and connect with her Creator. Her spiritual devotion was matched only by her passion for life; she relished the art of dressing up and took great pleasure in embarking on trips, with her heart set on the sun-soaked shores of Miami. Always ready for an adventure, Tita's joie de vivre inspired those around her to find beauty in the everyday.

Her life was woven together with the love of her family. Tita's pride in her children was profound, particularly in her daughter, whom she celebrated for her professional achievements. Oscar and Jacqueline (Ruben) stood as beacons of her love, and her grandchildren—Edgar (Karen), Julio, and Rafael—were the apples of her eye, bringing her immeasurable joy. Tita also held a special bond with her sister, Ester, cultivating a relationship of support and shared memories through the years.

With the passing of her beloved husband, Julio Rueda, Tita showed remarkable strength, holding onto the love they shared while also nurturing her own spirit and those of her family and friends. Her generous heart extended beyond her immediate kin, encompassing a host of other family and friends who were touched by her sweetness and warmth.

As we reflect upon the life of Rosa Ocampo de Rueda, we are reminded of a woman who embodied love, kindness, and an unyielding spirit of joy. Her memory will live on in the hearts of her family and friends, a testament to a beautiful soul who will forever be treasured. Tita gifted us with her laughter, her love, and her unwavering faith—the echoes of which will resonate in our lives for years to come.

Rosa Ocampo de Rueda, Conocida cariñosamente como Tita, nació el 14 de agosto de 1934 en Colombia hasta su pacífica partida el 6 de agosto de 2025 en Memphis, Tennessee. Rodeada de su querida familia al momento de su fallecimiento, Tita dejó un legado que permanecerá por siempre en los corazones de quienes tuvieron el privilegio de conocerla.

Tita fue una mujer extraordinaria, cuya sonrisa y alegría iluminaban cualquier espacio. Tenía un talento único para contagiar felicidad dondequiera que iba. Su hija atesora incontables recuerdos preciosos de su tiempo juntas, evocando la calidez de las reuniones familiares llenas de risas, amor y la radiante presencia de Tita. Su hija recuerda con cariño la alegría que sentía al ver a su madre prepararse para las fiestas, poniéndose cuidadosamente las joyas y el maquillaje, asegurándose de que cada detalle, desde sus cejas perfectamente delineadas hasta su vibrante lápiz labial, fuera perfecto. La alegría en sus ojos durante las celebraciones de cumpleaños sigue siendo un tesoro, reflejando la alegría que Tita aportaba a cada ocasión.

Mujer de fe y gracia, Tita amaba profundamente a Dios, ofreciendo bendiciones a todos los que encontraba. Abrazó el poder de la oración, convirtiéndola en un ritual nocturno para agradecer y conectar con su Creador. Su devoción espiritual solo era comparable a su pasión por la vida; disfrutaba del arte de arreglarse y disfrutaba mucho de emprender viajes, con el corazón puesto en las soleadas costas de Miami. Siempre lista para la aventura, la alegría de vivir de Tita inspiraba a quienes la rodeaban a encontrar la belleza en lo cotidiano.

Su vida estaba entrelazada con el amor de su familia. El orgullo que sentía por sus hijos era profundo, en particular por su hija, a quien celebraba por sus logros profesionales. Oscar y Jacqueline (Rubén) eran faros de su amor, y sus nietos —Edgar (Karen), Julio y Rafael— eran la luz de sus ojos, brindándole una alegría inconmensurable. Tita también mantuvo un vínculo especial con su hermana, Ester, cultivando una relación de apoyo y recuerdos compartidos a lo largo de los años. Tras el fallecimiento de su amado esposo, Julio Rueda, Tita demostró una fortaleza extraordinaria, aferrándose al amor que compartían y nutriendo su espíritu, así como el de su familia y amigos. Su generoso corazón se extendió más allá de sus familiares más cercanos, abarcando a muchos otros familiares y amigos que se conmovieron por su dulzura, calidez y caridad.

Al reflexionar sobre la vida de Rosa Ocampo de Rueda, recordamos a una mujer que encarnó el amor, la bondad y una alegría inquebrantable. Su recuerdo perdurará en los corazones de su familia y amigos, testimonio de un alma hermosa que atesoraremos por siempre. Tita nos regaló su risa, su amor y su fe inquebrantable, cuyos ecos resonarán en nuestras vidas por muchos años.